martes, 24 de junio de 2008

Un muchacho que sueña bajo la lluvia

Decide caminar con los ojos cerrados, pero le aterra la posibilidad de que la lluvia lo pille desprevenido, por lo que usa un paraguas. Entonces, un pedazo de nube cae sobre él.

Por las noches, sueña con paredes altas que no puede cruzar, con habitaciones estrechas sin techo de las que no puede salir. Y en los mismos reiterados sueños cava un agujero, pues la única posible salida es haciendo un túnel. La montaña de tierra que va formando tras de sí es cada vez más alta, sin embargo el agujero no se hace más profundo.

El muchacho quiere dejar de soñar aquello, trata de encontrar una respuesta a esos sueños extraños, no consigue explicarse el vacío que siente en el interior de aquellas habitaciones, sus ansias de huir de ese lugar, pues ni su destino dentro de los sueños conoce. Reúne pistas y no encuentra ninguna persona para relatarle su problema. Se frustra el hombre. Asume que esos sueños ya forman parte de su vida.

Pasan los meses y siempre sueña la misma escena, cambian algunos matices, pero siempre está atrapado en las habitaciones de altos muros y la montaña de tierra se agranda. El muchacho ya está obsesionado, no hace otra cosa que pasar las imágenes de los sueños por su cabeza, desesperado, al no encontrar salida posible por primera vez piensa en la muerte, y esa misma noche sueña otra cosa: despierta sobresaltado y lo comprende todo por un segundo, se siente el hombre más estúpido por lo simple del asunto, si lo tuvo frente a sus narices todo el tiempo, cómo es que no pudo darse cuenta antes. Al segundo siguiente ya había olvidado aquel último sueño, y la sensación se fue, siendo reemplazada por una confusión terrible, le da mucha rabia, golpea todo lo que halla a su paso, siente que se vuelve medio loco. Entonces, decide continuar con su vida despierto, sin volver a dormir. Así no soñará nuevamente, ni con la eterna escena que lo deja en la incertidumbre ni con la respuesta que olvida fugazmente. Quema esa misma mañana los documentos que reunió en su investigación de los sueños, sus propias conclusiones que no lo llevaron a ningún lugar, todo. Comienza a caminar errante.

Lleva ya tres días luchando contra el sueño que amenaza con consumirlo. No ha comido nada hace un par de días, sólo ha ingerido todo tipo de bebidas con cafeína. Camina por una plaza, es de día, hipnotizado avanza con la vista fija en el suelo cuando se pone a llover y las gotas chocan en su frente. El joven se petrifica en el mismo instante, vuelve su vista hacia el cielo y las gotas golpean ahora con fuerza en toda su cara. Mil imágenes recorren su cabeza y él siente que poseen un gran sentido que está oculto, que debe hilarlas de alguna manera, y le impresiona que mientras se percata de todo esto nuevas gotas que también caen desde el cielo, de una nube, siguen golpeándole la cara con la misma fuerza. Ahora mira hacia el frente, un chorro de agua resbala por su nariz, haciéndole cosquillas. Se rasca y necesita sentarse para pensar en lo ocurrido. Le impacta tanto. Y la gente pasa junto a él sin inmutarse, ¡como si nada especial estuviera sucediendo! Al momento siguiente sigue con la mirada el curso de las gotas hacia el suelo, verifica cómo estas se precipitan contra la tierra y aquella las absorbe con suavidad, después de unos momentos y muchas gotas en el mismo trozo de tierra, se forma un pequeño charco. El muchacho estila y no se ha dado cuenta. Mira a las personas: una pareja pasa apurada con carpetas en las cabezas, un hombre pasa corriendo. “¡Ilusos!”, piensa. “Más allá, llueve tanto como acá, no se pueden escapar”. Luego de este pensamiento siente que se le revela la verdad de la vida, pues comprende desde ese instante que el agua cae del cielo a la tierra, que si una persona se encuentra en medio del camino, entonces recibe gotas de agua, que estas gotas lo mojan a uno, y, lo más sorprendente, ¡nada más sucede después de aquello! Suspira como nunca lo ha hecho en su vida.

Estando totalmente satisfecho con la revelación, se pone de pie y se dispone a marchar a su hogar cuando le cuesta parpadear y recuerda su dilema de los sueños, entendiendo que su respuesta no ha sido revelada. Se agita su corazón y cae de rodillas en la tierra. Se marea y no cae, como si hubiera soplado mucho. Entierra las uñas de sus maños en la tierra, como buscando cobijo. Cae vencido por las fuerzas del sueño.

Y, efectivamente, el joven vuelve a soñar. Está en medio de las habitaciones otra vez, pero esta vez se encuentra haciendo el agujero con la nariz. Sorprendido se detiene. Se observa a sí mismo y llega a la conclusión de que esta vez es un ave. Un ave. ¡Las aves vuelan! Como las habitaciones no tienen techo, empieza a agitar fervorosamente sus alas. “Vuela, vuela, vuela por favor, aunque jamás lo hayas hecho antes”. Corre, salta y aletea por todo el recinto. Escala la montaña de tierra, se lanza de la cumbre agitando las alas y cae estrepitosamente en el hoyo. Se mira sin comprender, para corroborar que es un ave, y observa detenidamente sus alas extendidas. Ahí está el problema: sus alas son de plástico, y, como es sabido, las alas de plástico no sirven para volar, sino para planear, cosa muy distinta. Con ese conocimiento vuelve a trepar la montaña y espera paciente a que lleguen vientos favorables. Cuando aparecen los vientos, el ave extiende sus alas y se deja elevar, y lentamente aprende a dominar el vuelo, hasta lograr cruzar la frontera de esas inmensas paredes. Cuando toca el suelo al exterior de las habitaciones, se da cuenta de que sus paredes forman edificios, y al momento entiende porqué nunca pudo agrandar el agujero: estaba en mitad de una calle, y un hombre común no posee suficiente fuerza como para agujerear el cemento. Observa a su alrededor y sólo encuentra paz, silencio, quietud y limpieza virgen. Despierta.

Ya es de noche, se pone de pie y camina a casa, con una duda dando vueltas en su cabeza: todavía no entiende cómo es que la montaña crece y crece. Una montaña que crece no es común en una ciudad, por lo que debe representar algo más, pero qué. El hoyo no conseguía agrandarse, pero con cada intento la montaña lo hacía. ¡Eureka! La montaña simboliza sus limitaciones, lo ahogado que se siente, pues le va quitando espacio a él mismo dentro de las habitaciones, las limitaciones no lo dejan vivir en paz, y cada vez son más. Y ahora que lo piensa es muy cierto: su vida se ve cada vez más controlada. Cuando logre vencer ese control podrá estar tranquilo.

Llega a casa y se cambia de ropa, pues está muy mojado y eso da frío. Nuevamente le sorprende que ni el estar mojado ni el tener frío lo destruyan misteriosamente. Es todo un mundo por explorar esto que sucede fuera de los paraguas.

Para hacer el ejercicio más fácil, anota en un papel una lista con todas las instancias en que se siente controlado. Cuando termina, entra en pánico, pues le echa una ojeada a la lista y se percata de que no existe lugar ni momento en el que no esté controlado por un sistema de cosas y circunstancias, hasta de personas. Tiene la lista apretadísima en su mano izquierda y tirita. Se sienta a pensar, no encuentra dónde ir para librarse del control.

Luego de una larga meditación, le queda escoger entre dos salidas: Lo deja todo y termina con su vida abruptamente o lo deja todo y dedica su vida a seguir y observar la lluvia






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martes, 17 de junio de 2008

Silencio

Contaban en el pasado una historia tan bella que hoy callan.
Cantaba alegre mientras las hojas caían.
Corría desenfrenadamente hacia lo inexplorado,
saltaba tan alto y caía tan bajo.
Respiraba tan profundo y exhalaba tormentas.
Se lo pasaba errando y se arrepentía muchas veces,
tanto lloraba como reía, sufría y disfrutaba.
Hoy, no. Ya es otro.
Los años jubilosos se han ido y del pasado no queda más que una manta sobre sus rodillas. Y los recuerdos.
No existe nadie que rescate sus aventuras.
Hoy es un anciano que descansa sentado junto al crepitar del fuego que se consume, tal como él.

Neblina

Un sentido que se difumina con el viento al pasar.
Todo cae y solo una cosa se mantiene viva.
Sólo algo vuelve a surgir siempre, como una semilla mágica.
Existe una cosa en el mundo capaz de sobrevivir a cualquier mal.

Todo se construye alrededor de un núcleo.
Las cosas están frágilmente aferradas y afiatadas,
las personas no comprenden, todo se complejiza
cuando una sola cosa vale.
Todo es reducible a la más grande inmensidad.

Una neblina que inunda el mundo,
que refresca cada mañana,
que despierta y ronronea,
que llena de vida el alma,
que llena de alma la vida.

Quiero llorar, quiero vivir en dos.
Ya se puede, toma mi mano.
La neblina desorienta, ¿sabes?
Es lo más dulce. Es lo único.
No tengo miedo.
No tengo miedo.

domingo, 8 de junio de 2008

Reconstrucción de una vida

Bendito amor de la vida inestable que me sacó de un hoyo seco para hundirme en otro en el que estoy ahogada de sentimientos que no puedo entregar, dejando a la vez un vacío tan grande y extraño que siente llenarse a veces con tu voz, a veces con tu silencio, a veces con nada bajo el recuerdo de tus besos.

Puede que deba avanzar sola, irme corriendo de acá y perderme sin compañía alguna, pretendiendo que no te conozco, que no sé que existes, que no te soñé.

Es lo que más me inquieta en este momento, pero en vez de pretender adivinar la salida, aguardaré tranquila a que los vientos corran, a que la tierra gire, a que los días pasen, a que las personas caminen.

Puedo dejar de creer en el destino. No, no puedo.

Y si pido un hombre, es porque lo conozco, porque calza perfecto.

Debo tener el alma enferma.

Tú quieres que te grite muy fuerte y yo no entiendo porqué.

Conviene que sepas que a mi procesador le falta velocidad.

El techo está tan alto que jamás llego a alcanzarlo.

Después diré “no me arrepiento, fue necesario”. Ay, dios. Pero qué soberbia me espera en el futuro.

Conozco tantos males y estoy encantada.

Es un salvajismo tierno, la manera más simple y más perfecta, teóricamente.

Ya no tengo más tiempo para jugar haciendo montoncitos de cenizas, tal vez me cansé.

Quizás demasiado iguales para ser capaces de caminar juntos.

Eres como la neblina de una madrugada helada: pierdo la orientación de las cosas, de mi vida, de tu vida, del mundo, todo deja de existir.

viernes, 6 de junio de 2008

Hoy por hoy

Un vacío circular llama a dar vueltas, a girar sin cesar. Las hilachas van saliendo y rozan las paredes, hacen cosquillas a las miradas curiosas. El papel se inclina como un tierno perrito que aún no levanta del todo sus orejas. Se prepara un cuadro magistral, no piensa en el futuro, sino en un presente extraño y paralelo a este, en el que estamos mareados, en el que nos contaminamos porque todo gira muy rápido y los bombardeos están en todas partes, y nos enajenamos. El sol ofrece un poco de brillantez y el público lo agradece un segundo, para haberlo olvidado ya al siguiente. Nada queda, todo fluye. Nada se atasca dentro, todo se convierte en suave por anchas paredes suaves también. El tónico del aliento lo guardas en el refrigerador, lo tragas cada mañana y bebes un poco de café para aguantar, para resistir, para insensibilizarlo todo. Las calles son ríos que llevan bombas de tiempo y los cementerios son colecciones de historias que han sido calladas y olvidadas, ejemplos que no han sido tomados, personas que se han esfumado. En el reino 11 todos esperamos a que el rey se duerma, a que baje la guardia, y salimos a celebrar que no nos está controlando: todo para volver a simular en cuanto salga el sol, y no dormir, no se puede desperdiciar momento alguno. Los cables que llevan la electricidad están pelados, y la luz se ha ido apagando paulatinamente, estación por estación, y los vivos hoy son muertos que caminan, y los borrachos bailan sobre un pie porque no ven más allá de su nariz: nada preocupa, nada apena, nada importa, nada es bueno ni malo, simplemente las cosas provocan. Las ideas también provocan. El tiempo pasa, el tiempo no importa, está guardado en un cajón, el tiempo es fugaz, el tiempo es siempre igual, ágil e inconveniente. Te recuerdo con dulzura, arrojando limones del árbol, lanzando cáscaras en la sala de artes, te recuerdo inyectando idealismo por doquier, ganas de vivir. Te recuerdo cantándole a la vida, te recuerdo siendo feliz, saltando y patinando. Te recuerdo bailando folclor, experimentando rituales y conociendo gente muy distinta. Te recuerdo. Ya no pertenezco a ti, no pertenezco a ningún lugar. Pero queda la tierra, a ella pertenezco; lo demás es invención humana. Yo soy humana, invento también cosas, cosas para sobrevivir, sensaciones, motivaciones, y busco respuestas, no caigo ante lo que he inventado. Todo es un gran cuento. Todos giran y nadie quiere retroceder, tantos protagonistas juntos colapsan el metro, y como no, si esta es la ciudad protagonista en la que vive gente protagonista. Nadie cede espacios. No es como en casa, donde el gran problema deriva de que todos los caminantes son pelados. Eso genera uniformidad, no protagonismo. Lo que me gusta de este día a día es encontrar personajes incidentales con historias peculiares. Cuatro veces por semana, cuatro cartas para jugar, cuatro vasos morados, cuatro vueltas al mundo y en cuatro segundos me enamoré.

Renuncia invalidada

El agüita calentita deja las ventanas vaporizadas. Hay un dulce olor a todo, los párpados pesan. El caleuche está perdido, se pasea por las calles llovidas, se ha alejado del mar, las palmeras lloran. Las paredes hoy se niegan a cambiar su forma, la luz se asoma por la cortina y juega conmigo. Yo, la palabra que más miedo me ha dado este tiempo. El puente colgante se estira y retumba. La pintura se corroe. El cielo está gris. Hoy amaneció después de mucho tiempo, es cierto, no se deja de sentir ese olor a tabaco que no engaña, que despeja, que no quema, que no fastidia, que no se consume, sino que alivia. Misioneros de la vida muy listos y llenos de energía están para gritar al mundo su verdad, la verdad del mundo: Es maravilloso, saben cómo salvarlo. Me ha drogado la atención, hace tiempo que dejé de estar. Ser, estar, parecer, existir. Distintos nombres para una misma vida. Una vida que juega, que infla y destruye, que camina, corre y se cae, se levanta, se arrastra, se hiere. Corre bajo la lluvia y golpea tus mejillas con el viento. Conozca un poco de su vida, señor.. Una mancha blanca viajó conmigo, una vez la escribí, no la recuerdo, tal vez era una pluma blanca en un prado verde, algo difuminado está en mí, y no tengo donde buscarlo, no importa ..Después me viene a buscar. Caminando bajo los rosales se pueden distinguir todas esas peculiares máscaras que se aferran a las cabezas de los transeúntes y los enceguecen y les tornan el ceño fruncido. Las venas se hinchan y los puños se agitan en el aire amenazantes, pero los ríos de agua no dejan de correr, y se lo llevan todo. El agua es demasiado solidaria, en empatía nadie le puede ganar, limpia a todos y se lleva la mugre sin reclamar, se lo queda todo. Las cicatrices deben ser tratadas en sueños. La vida no es como una película. Esta no, se equivocó. Beba infusiones. Dé la vuelta a esa esquina y vuelva a balancear tarros sobre su cabeza, tal vez así se aclaren sus ideas. Pero mijita, cómo se le ocurre oiga. El sueño formó una cruz y necesitó una almohada que quedó empapada. Los cabellos se tensan y ese ser vaga por el mundo en busca de una explicación, busca explicaciones que antes nunca necesitó para confiar. Comienza a odiar palabras. No es conveniente odiarlas cuando serán tu oficio. No odies palabras. No. Te quedas contemplando lo que menos te importa porque temes pensar, porque es más fácil no reflexionar y hacer estupideces que madurar un gramo. Y yo ya no te quiero acá, y lo lamento. Es fecundo el amor y fecunda la cantidad de automóviles también. Me impactan esas máquinas asesinas que pasan a toda velocidad, pero hoy vi que cada una de ellas es conducida desde su interior por una persona que maquina! Es frenético. Si las personas se movieran tal como si fueran en sus autos, pero si estos no se vieran ni escucharan, entonces podríamos analizar muy bien la psicología de los automovilistas. Asesinos-suicidas con el ceño fruncido al volante. Caramba qué calor concentrado. Te invito a un lugar a tomar un café, me caes bien, en ti confío, eres de esa clase de personas que desde siempre aumentan en mí la producción de confianza. Con un pantalón se repara otro pantalón, terminan siendo un mosaico y me pongo toda la ropa ya. Nunca pululaste por mi closet. Los alfileres de gancho desaparecieron. Desapareciste. Pues nada más hay. ¡Ordene su casa para ordenar su vida! Desastre en su vida y desastre en la vida de su casa, las cosas volaron por los aires. Es un experimento innecesario, del que se puede prescindir, uno más, uno que puede estar llegando a su fin. ¿Cuántas veces dije que era un experimento? Pues si agitas la toalla no caerá arena que transformará la vida en playa. No. Ahora hay un camino en lugar de playa. Nada más siéntate a escuchar argumentos por la vida, es lo que estás buscando. Pues bien. Las mieles están con los argumentos, nada más tienes que ir. Tienes que ir, puedes hacer cualquier cosa. Tienes tantas libertades que todo lo que queda es dormir, y tanto. Mientras más duermas menos tienes que vivir, menos tienes que pensar, que sentir de verdad. La vida es sueño. “Los sueños sueños son”. Duerme. No necesitas soñar, sentir, pensar, aclarar. Sólo descansar, como esperando a que alguien disponga de ti, como queriendo convertirte en un títere, en un fantoche más. Pero te voy a decir algo: es demasiado tarde ya.

lunes, 19 de mayo de 2008

No.

Puedo morir. Hay cosas que no puedo controlar, hay cosas que ni alcanzo a concebir, el estómago se me está destruyendo. No existe comprensión posible. Hace varios días que es de noche. Ni me molestaré en entender, nada. Es de noche. Es un cubículo de baño, frío. Es la vida que se desvanece, que se destruye. No se puede colgar de una estrella. El fuego quema. A quién le hablo, yo no sé. Para qué hablo, yo no sé. Por qué estoy acá sentada, yo no se. Para qué desayuné, yo no sé. Para qué estudié, para qué realizaré una prueba, para qué. Todos los sentidos caen al suelo. Cuando eso pasa solo me queda aferrarme a lo que siento por dentro, lo único que queda vivo, lo único que está siempre fuerte, lo mismo que hoy me destruye, me destruye por dentro, los sentidos por fuera caen. ¿Qué queda? ¡¿Qué queda?! Un tronco hueco y seco en medio de un bosque quemado. ¿Qué sienten los troncos huecos y secos que no han sido quemados? ¿Qué sienten? ¡¿Qué sienten?! ¿Están vivos, están muertos, están muertos en vida?

miércoles, 14 de mayo de 2008

Ventana

La ventana se abrió para dejar entrar una voz que nunca llegará. Y qué puedo yo hacer, si estoy del otro lado. Tal vez no llega porque hay instalada una reja que no deja pasar a las personas que intentan usar instancias inapropiadas para ingresar a lo hogares. Y yo, ilusa, creyendo que las voces pueden cruzar barras de fierro y hacerse oír. Jamás pensé que la realidad fuera tal, que las voces del mundo callaran antes unas barras bien colocadas, que todos renunciaran cuando arriesgan algo de peso, jamás pensé que las palabras salidas de la boca y las escritas en papel perdieran tanto su peso real y su significado cuando el contexto gira ínfimamente.

Pero no es un tema menor la manera en que este mundo golpea para hacerse notar, para que uno esté consciente de la poca libertad de movimiento que posee, este mundo se encarga de que todos tengamos absolutamente claro que, aún siendo “independientes”, no podemos elegir nuestros pasos. Claro que podemos establecer metas, y hay quienes las cumplen, no son pocos. Estos seres han desarrollado la capacidad de adaptarse, son portadores de una versatilidad suficiente que les permite adecuarse a los requerimientos cada vez más extraños y embrollados que les va presentando el destino, el cual justifica demoníacamente los establecimientos de este mundo, imponiendo el escenario como lo más complejo, cegando a las personas que ya han establecido su modo de vivir la vida.

Así es la parte gris de este mundo, comúnmente llamado Santiago de Chile. Las ventanas se azotan con el viento de los camiones y los microbuses, los vidrios se quiebran y el recién llegado grita, se arranca los cabellos, se minimiza. Andar por estas calles es suicidarse un poco cada día, y no quiero perder la sensibilidad. Sé que cuando deje de ver a los automóviles como monstruos modernos me habré convertido en uno de ellos, a menor escala, sobre mi bicicleta. Por eso ya no uso mi bicicleta: usarla significa retarme a perderle el pánico a esta ciudad, y no sé si quiero volverme tan insensible.

Media sábana blanca

Un manto blanco me ayuda a purificar la vida, me lleva tan lejos como necesito, el problema en este segundo es que estoy viajando sola, que no llegaste jamás a nuestra cita no concertada. Por qué? Si no acordamos nada. No importa, ya te encontraré en algún lugar. Hoy, un día demasiado corto, no me destruyo nada. Hoy te quiero ver florecer, hoy pretendo caminar bajo la lluvia y sentir el agua en mi cara, hoy deseo flotar por los espirales y entender que es todo lo que importa hoy. Que no puedo hacer todo lo que me corresponde, que está bien así, que no estoy cometiendo un crimen ni nada parecido, que realmente estás ahí, que estás ahí, que vienes para acá, que sigues vivo, que estás ahí. Demonios. Brinca brinca brinca. Si la vida no fuera cubierta por una sábana blanca quizá dónde llegaríamos a parar. Es un milagro haberla encontrado, y no es lo que te imaginas. No. Queda un resto, esto es magia. Las personas bailan tango, tenemos que bailar tango para ser personas. Bailemos tango. Te invito a San Agustín de Tango a observar al barrigón de la plaza que está encerrado en un círculo debido a su importancia, obvio, debe ser recalcado. Es un manto blanco, un manto blanco. Hoy te puedo escribir, hoy te mostraría ese oscuro borrador. Hoy, si vienes a mí, sabrás. No me gustaría que tú, después de leer algo así, te consideraras con demasiada fuerza un tú, que las palabras que pronunciaste al volver perdieran su peso, no, eso no puede pasar, eso me destruiría, pero hoy, un día demasiado corto, eso no puede pasar. Brinca brinca brinca. Tubos en la cabeza no importan. No importan los tubos en la cabeza. Dime qué. Ven y habla. Habla. Hablemos. Hablemos con la lengua. Ay, esa vida. No importa por qué túnel decidas pasar mientras estés pasando por algún túnel. Yo tomé éste. Tú aquél. No está demasiado lejos: llego caminando. Tal vez sean los dos extremos de un mismo túnel. No, eso no puede ser. Un túnel no se devuelve. Mala metáfora, esto no es ningún túnel. Está limpio ahora, barrido, borrado, listo para ser llenado. Es una sábana blanca, ja. Como las de su sueño, pero ésta está partida por la mitad. Y me envuelve con aire latino. No hay pertenencia de la vida, solo asuntos que no puedo explicar. Está muy bien, pero pasan los segundos, los tictacs que no escucho porque escondí el reloj y no acontece nada. No acaecen cosas. Tengo que ir a buscarlas, verdad? Voy a buscarlas. Y no estudio hoy: otro día más. No me preocupo, no me preocupo. No me importa el tiempo, el tiempo no me está rigiendo, el tiempo es siempre igual, no cambia, qué podría llamarme la atención de eso. No no no. Hay un supermercado en una esquina que no queda tan lejano a la esquina de acá, pero es diferente. Dame vida, sí? Estoy blanca y con media sábana puesta. La sábana también es blanca, pero es otro blanco, es otra blanca. Como esa vez que me puse toda blanca y el blanco no aguantó. Se salieron los colores. Desde dentro aparecieron, como si estuvieran presionados entre tanto blanco que buscaba armonía pero era muy difícil de conseguir en ese día que fue demasiado largo. Podría culparte de tantas cosas. Quiero leer eso que cubrí, ese escrito que por alguna razón demoníaca que desconozco jamás borré, ese escrito que es la única desesperación que me atreví a rescatar, a no dejar que se hundiera junto con los sollozos. Y qué lágrimas, si no entendía nada, la vida se había convertido en un barranco en el cual yo estaba al fondo, y cada día se desbarrancaba un poco de tierra sobre mí. Y qué culpa. No, no hay culpa. Sólo el doble empuje de siempre por esos días titubeó, vaciló, olvidó un poco su técnica innata. Pues qué entretenido es! No tengo más que hacer. Es un miércoles demasiado corto. Tal vez si me apresuro la vida me regale otro miércoles parecido en el que pueda hablar sin usar caracteres extraños como estos, y no es que sea un problema, es que estoy envuelta en media sábana blanca y no lo estoy ocultando. Es lo único que no borré, te va a asustar si no te da miedo. Es lo único que conservé. Documentos históricos, ah? Puedo hacer un blabla y retirarme.

viernes, 2 de mayo de 2008

Creencia

Comienzo a creer que crees.

Creo que crees.

Crees.

Dime que crees.

lunes, 14 de abril de 2008

Locura

Descubrí que un arma de doble filo es la locura, que muy distinto es delirar que volverse loco, entregarse a la irracionalidad permanente, por primera vez lo temí. Que delirar es salirse del curso de lo normal, desviarse un poco, pero sin perder el juicio, que existe un abismo tan posible de alcanzar y que en ese mundo de las sombras todo resulta tan fácil.
Coqueteé con la locura y puedo decir que es un camino que cuesta mucho rechazar, es muy tentador, siempre estuve consciente de lo que me estaba sucediendo y sólo gracias a eso logré volver completa en mí (de cierta manera). Supe qué significa realmente perder el juicio, no creo que muchas personas que viven una vida “normal” (en sociedad) puedan decir haberlo experimentado: tentadora la idea de dejarlo todo atrás, de ya no pensar más, de descansar la mente y no tener jamás alguna preocupación, simplemente dedicar la vida a deleitarse con lo que sucede a nuestro alrededor a cada momento, sin memorizar, sin llegar a comprender algo. ¿Voces en mi cabeza? Sí, las escuché por montones, eso es cierto! Ahí estaban, todas eran yo, gritando simultáneamente cosas tan diferentes, todas percepciones de lo que estaba sucediendo dentro y fuera de mí, todo lo que yo podría contemplar, en una situación normal, con detenimiento a lo largo de muchas horas. Pero estas voces no eran amables conmigo ni llegaban a algo concreto, no me tenían compasión, surgían espontáneas y eran incontrolables, ninguna predominaba, todas excitadísimas explorando cada cosa que sucedía. Sigo acá simplemente gracias a que hubo un pensamiento que, con mucho esfuerzo, no perdí: La racionalidad seguía ahí, aunque era sólo una de las voces y con terror se sentía apagándose frente a las cientos y cientos restantes, se mantuvo ahí y luchó para no ser pisoteada hasta resultar finalmente apagada. Una voz terrenal, el momento más lúcido de mi vida, la primera vez que temí a la evanescencia, la primera vez que rechacé ascender, que quise quedarme acá y dedicar mi vida a lo más concreto y cuadrado posible, todo por miedo. Por suerte mía para cuando aterricé, el camino ya lo había formado y no tendré que bancarme la vida realizando los asuntos menos trascendentales posibles por temor a perder la cabeza. ¿Cómo puede esto entenderse? Sólo decirlo ya parece una locura, creo yo.

lunes, 24 de marzo de 2008

Gotas de piel

Iba tranquilamente caminando por una calle cercana a su casa cuando se percató de que le caían gotas de piel por todo el cuerpo. Rosadas, semejantes en textura a la masa cruda, así como las gotas de piel suelen ser. Instantáneamente al reparar en su goteo detuvo su andar. Fue incapaz de detener la fuga, así que optó por recibir las gotas en un recipiente que encontró en su mochila, y así, sosteniéndolo como pudo, caminó hasta su casa. Apenas llegó, encendió la cocina a leña. Cuando el goteo al fin se detuvo comenzó a moldear su piel nuevamente, ya que así como estaba resultaba escalofriante. Cómo no, un chico pudoroso con todos los músculos a la vista. Alistó la masa y comenzó a cubrirse. Estaba fría. Se enteró entonces de que no podría cubrirse todo de una vez, ya que se desarmaba, así que comenzó por las extremidades. Una vez que cubrió sus brazos y los secó dentro del horno, los retiró y continuó con las piernas. Luego la cabeza y el cuello. Lo más complicado fue el tronco, ya que corría mucho riesgo de quemarse al introducirse al horno, pero como era un chico ingenioso, no entró en pánico y se detuvo a pensar un momento. Después de un rato y un suspiro, apagó la cocina y se dirigió afuera. Como era otoño, cuidó mucho que el viento no le volara algún músculo, pues amenazaba los pectorales. Encendió la parrilla -con leña para que su cuerpo no poseyera dos estilos distintos de escultura, no fuese a ser que su bronceado adoptara muy distintas tonalidades- y armó unas barandas sobre las cuales poder tenderse cuando el fuego estuviera listo. Primero se tendió de espalda, y una vez seco moldeó su tórax y su abdomen rápidamente, ya que la leña amenazaba con acabarse. Estaba absorto, sintiendo eso inexplicable que uno siente al estar todo cubierto de piel, cuando abrió los ojos espantado, saltó del fuego, miró su vientre, lo inspeccionó con sus dedos y gritó aterrado: ya estaba seco y había olvidado moldear su ombligo. Nunca volvió a ser el mismo.

Brisa fresca

Qué cruel el destino cuando nos tocan choques emocionales, tal vez no tan fuertes, pero que suceden sin previo aviso e impactan. Son sólo escenas, nadie más advierte que algo especial sucede y uno debe actuar como si nada pasara para no ser descubierto y tener que dar explicaciones.
Lo peor es que la cosa es muy simple. Así, limpio. Nada que poder alegar, rebatir. Todo tan patéticamente natural. Como una pequeña brisa fresca que choca con uno y lo sacude y estremece completamente, sin que nadie más lo advierta. Sin pañuelo de lágrimas, hay que conservar la compostura. ¿Y si estoy dejando pasar algo fundamental en mi vida, algo que debe acompañarme por siempre y yo no luché lo suficiente? ¿Quién tiene la respuesta? Tengo una pasión escondida que me perturba cuando no me lo espero, y qué terrible es tener la censura inmediata pegada a la pasión como si no fuera capaz de caminar sola por la vida.
Ya sabía yo que esto no iba a funcionar, pero nunca lo imaginé de esta manera. Rayos y truenos vengan. Que la lluvia me atolondre un poco la cabeza y cometa yo una locura. Una jugada al vacío, otro lanzamiento que jamás se recepcionará. Tal vez así será: Yo me pasaré la vida como una loca dando pasos en vano con la maldita esperanza que nunca pierdo por delante y él se pasará la vida de la mano de una mujer que no le corresponde tan sólo porque es más fácil así.

En la estación de trenes

Escucha el viento soplar en tu oído mientras esperas en la estación de trenes al que vendrá por ti y te llevará lejos, hasta un futuro indefinido. Presencia el movimiento nervioso de las personas porque viajan, tan inseguros a cada paso que están expuestos a cometer el error más estúpido, y de manera valerosa sostienen sus estómagos para no reflejar adrenalina alguna, como si nada extasiante estuviera sucediendo. Amigo, entrégate a la aventura y disfruta de cada paso que vas dando hacia un lugar desconocido. Atrévete a vivir dejando las limitaciones atrás y utilizando la conciencia…
No lo pienses más porque ya has pensado suficiente y súbete al vagón que te está esperando, acomódate como puedas, saca tu boleto que te llevará a la vida y siente por primera vez el chu chu como la más vibrante melodía.

domingo, 17 de febrero de 2008

Usted qué tiene, caballero

La piel no me deja fruncir el entrecejo y me duele la nariz quemada.
Algo pasa que hoy no me hiere, algo sucede que hoy no deja un vacío en mí, algo me deja tranquila, algo me impide llorar aunque tenga todo perdido, algo que es mas fuerte no quiere destruirme, algo necesita que me mantenga en pie, ese algo no está resultando tan complicado, ese algo no permitirá que yo muera, quiere que yo siga adelante y que conquiste el objetivo. Algo me quiere acá, pero después. Porqué.

Escalofriante pregunta que amerita observar el agua corriendo bajo el puente, pero existe una carta a mi favor: un nuevo puente se está construyendo.

domingo, 3 de febrero de 2008

Dear friends

Introducción



Oh, life



Bienvenidos turistas



Buenos cabros


No eran tan buenos



lunes, 28 de enero de 2008

Capoeira 2008

Ahí creo que todos. Un nuevo año, personas diferentes, más momentos inolvidables, otro verano que llegó para quedarse muy atesorado dentro mío eh! Sin muchas palabras, simplemente hay que estar ahí.


Primera parte de la presentación


sábado, 12 de enero de 2008

Hojas de verano

En el árbol, cada hoja tiene atrapado un sentimiento diferente. Así. Cada persona que pasa y vive un momento bajo su sombra libera un sentimiento. En ese momento nace una nueva hoja, lo captura y lo guarda, y así crece, cada vez más verde. El otoño llega para el árbol cuando los sentimientos fueron olvidados, cuando las personas que los liberaron ya los han olvidado, tal vez evolucionan hacia otra cosa. Es fácil darse cuenta cuando han perdido su esencia. Se secan, crujen como quejándose, protestando por el olvido. No saben de renovación, de tiempo cíclico. El árbol no les cuenta que ya ha sucedido, tal vez no lo quieren escuchar, deseando ser especiales, viendo como único el sentimiento que albergan, sin darse cuenta de que existen tantos sentimientos como hojas en un árbol.

jueves, 3 de enero de 2008

2008


Por fin. El 2008 llegó para quedarse. Ya comienza a concretarse el cabio de vida y todas esas cosas. Habrán muchas risas y llantos, lo sé. Una generación entera que está radicalizando su vida. Verano, reales vacaciones por fin. This time, really knowing people. ¡A vivir! Excelente. "Quiero puro hacerme cargo de mí" xD ¡Muy bien! Situaciones cíclicas-molestas se acabarán, se rompen los círculos viciosos, y qué va. Todo se siente para mejor. Terminé acá. Es como un trampolín en el que ya tomé el suficiente impulso y empecé a volar, físicamente pronto lejos, a ver qué sale! Se aceptan visitas, telefoneadas, mails, chats, encomiendas xD.. y un verano increíble.
Es necesario para mí despegarme de todo esto a lo que he estado adherida siempre, sea bueno o malo, para empezar a encontrarme conmigo. Muchos harán el mismo viaje, algunos en otras direcciones, pero también se van de acá, tiempo de dejar el nido. ¡Y nos acompañaremos, lo sé! Algunos seres importantes para mí de acá también estarán allá, así que a puro aprovechar y disfrutar.