viernes, 6 de junio de 2008

Hoy por hoy

Un vacío circular llama a dar vueltas, a girar sin cesar. Las hilachas van saliendo y rozan las paredes, hacen cosquillas a las miradas curiosas. El papel se inclina como un tierno perrito que aún no levanta del todo sus orejas. Se prepara un cuadro magistral, no piensa en el futuro, sino en un presente extraño y paralelo a este, en el que estamos mareados, en el que nos contaminamos porque todo gira muy rápido y los bombardeos están en todas partes, y nos enajenamos. El sol ofrece un poco de brillantez y el público lo agradece un segundo, para haberlo olvidado ya al siguiente. Nada queda, todo fluye. Nada se atasca dentro, todo se convierte en suave por anchas paredes suaves también. El tónico del aliento lo guardas en el refrigerador, lo tragas cada mañana y bebes un poco de café para aguantar, para resistir, para insensibilizarlo todo. Las calles son ríos que llevan bombas de tiempo y los cementerios son colecciones de historias que han sido calladas y olvidadas, ejemplos que no han sido tomados, personas que se han esfumado. En el reino 11 todos esperamos a que el rey se duerma, a que baje la guardia, y salimos a celebrar que no nos está controlando: todo para volver a simular en cuanto salga el sol, y no dormir, no se puede desperdiciar momento alguno. Los cables que llevan la electricidad están pelados, y la luz se ha ido apagando paulatinamente, estación por estación, y los vivos hoy son muertos que caminan, y los borrachos bailan sobre un pie porque no ven más allá de su nariz: nada preocupa, nada apena, nada importa, nada es bueno ni malo, simplemente las cosas provocan. Las ideas también provocan. El tiempo pasa, el tiempo no importa, está guardado en un cajón, el tiempo es fugaz, el tiempo es siempre igual, ágil e inconveniente. Te recuerdo con dulzura, arrojando limones del árbol, lanzando cáscaras en la sala de artes, te recuerdo inyectando idealismo por doquier, ganas de vivir. Te recuerdo cantándole a la vida, te recuerdo siendo feliz, saltando y patinando. Te recuerdo bailando folclor, experimentando rituales y conociendo gente muy distinta. Te recuerdo. Ya no pertenezco a ti, no pertenezco a ningún lugar. Pero queda la tierra, a ella pertenezco; lo demás es invención humana. Yo soy humana, invento también cosas, cosas para sobrevivir, sensaciones, motivaciones, y busco respuestas, no caigo ante lo que he inventado. Todo es un gran cuento. Todos giran y nadie quiere retroceder, tantos protagonistas juntos colapsan el metro, y como no, si esta es la ciudad protagonista en la que vive gente protagonista. Nadie cede espacios. No es como en casa, donde el gran problema deriva de que todos los caminantes son pelados. Eso genera uniformidad, no protagonismo. Lo que me gusta de este día a día es encontrar personajes incidentales con historias peculiares. Cuatro veces por semana, cuatro cartas para jugar, cuatro vasos morados, cuatro vueltas al mundo y en cuatro segundos me enamoré.

1 comentario:

ConYsin dijo...

:O

me sorprende lo condensado de todo lo que pasó! no lo creo