Contaban en el pasado una historia tan bella que hoy callan.
Cantaba alegre mientras las hojas caían.
Corría desenfrenadamente hacia lo inexplorado,
saltaba tan alto y caía tan bajo.
Respiraba tan profundo y exhalaba tormentas.
Se lo pasaba errando y se arrepentía muchas veces,
tanto lloraba como reía, sufría y disfrutaba.
Hoy, no. Ya es otro.
Los años jubilosos se han ido y del pasado no queda más que una manta sobre sus rodillas. Y los recuerdos.
No existe nadie que rescate sus aventuras.
Hoy es un anciano que descansa sentado junto al crepitar del fuego que se consume, tal como él.
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