lunes, 10 de septiembre de 2007

Hombre de fierro

Estaba arrojado en aquel punto de su vida, ese, donde todo era confuso, así como si el vapor hubiese empañado sus lentes y el apunamiento no lo dejara oír bien, además de no identificar las texturas y ser incapaz de separar las mezclas de olores..

Un día, preso de aquel punto, punto negro dentro de la vida blanca, se levantó, y al ver sus uñas recién captó que el tiempo había pasado. Pero, ¿qué sucedió mientras sus uñas crecían? No era capaz de recordarlo. Era como si su cerebro hubiese estado muerto durante ese tiempo, muerto desde que entró al punto negro, desde que se dejó abrazar por la oscuridad y ya no luchó por salir de ella.

Hombre de fierro, a ver cuándo te quitas el punto de encima.

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